No me gusta, es más, me incomoda profundamente la gente que de repente «ordena su vida». Gente con la que has ido de copas y que siempre estaba disponible, es más, te empujaba, cuando tú no querías, a salir y tomarte un par de cañas.
Ahora no. Se han buscado pareja, han tenido un hijo y… «Han ordenado sus vidas». Como si eso pudiera hacerse…. Me rio yo…
Sigo yo, sin pasarme, y en mi línea, de ser capaz de tomarme unas copas, ir de cañas, tener esas conversaciones que empiezan recatadas y acaban en debates acalorados sobre si una almeja es mejor que un berberecho, y si tal teoría de física cuántica es factible y cómo sería aplicable a la vida cotidiana… Pero ellos no. Ellos se toman un té. Dos a lo sumo. Porque tienen pareja y un hijo, y deben regresar a casa intactos, sin haber perdido un ápice el control, y no vaya a ser que una dosis más de la cuenta del alcohol que antes corría a mansalva en las barras que ellos frecuentaban les haga ver lo difícilmente sustentables que son sus actuales valores, sus vidas corrientes que siguen sin duda el curso «natural» que la sociedad y la «biología aceptada» les marca. Para ellos eres tú la que no ha evolucionado. Te has estancado. Eres un peter pan y das pena.
Me sigo riendo yo…
No fomento el uso de alcohol ni de drogas. Nada más lejos. Fomento el ser uno mismo. El poder tener un término medio. No perderse uno mismo en convencionalismos del tipo «porque tengo una familia debo portarme bien». Para empezar deberíamos definir qué es portarse bien…
No descuido ninguna de mis obligaciones laborales, cuido mi salud y mi bienestar, pero aún soy capaz de ir de copas de vez en cuando, de correrme una buena juerga si hace falta, de debatir hasta la madrugada, de cantar canciones de guns and roses, y aún así, también soy capaz de enternecerme con mis sobrinos, quedar con viejas amistades, con las nuevas, de viajar, de enfrentarme a mis miedos, de estudiar y marcarme nuevos retos profesionales…
Y sí, me jode que cuando quedo con alguien y pretendo recuperar la magia de otros tiempos y otras conversaciones, aquellos con los que pude desnudar mi alma después de unas cañas y unos chupitos, se vayan tal y como han venido después de tomarse dos tés.
Totalmente identificado con este artículo, algunos de mis amigos al echarse novia o incluso nuevos amigos se les veía algo menos como es normal pero otros que eran la alegría de la huerta de repente nadie les volvió a ver, supongo que la gente cambia sus prioridades, pero toda esa gente que a pesar de las dificultades y cambios que experimenten siguen ahí y sacan un hueco de donde no lo hay son los que merecen la pena, porque demuestran que siempre fuiste y serás una prioridad
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