Un placer: planear un viaje. Buscar los vuelos, deambular por los diferentes alojamientos. Divagar entre las posibilidades, visualizarte en el destino elegido.
Un dolor: las esperas en cualquier aeropuerto menos en el de Barcelona. El de Barcelona me gusta. Me gusta comer pinchos en el Lizarran y fumar en la terraza que hay justo detrás.
Una respuesta a “Un placer, un dolor 24”