Este accesorio retro existe. Es un auricular vintage para IPhone. No es que sea muy útil que digamos. Pero vaya, que si te quieres dar el capricho… Para hipsters a los que les vaya este rollito. ;-). Foto encontrada en: Cuánto hipster, una página muy divertida sobre moderneces absurdas.
Ayer por la mañana llamé para que me revisaran el seguro del coche ya que todo el mundo me decía que estaba pagando mucho, y como se acerca la hora de la renovación llamé para ver si este año podía pagar un poquito menos.
Normalmente soy muy amable con los operadores pues comprendo que no es tarea fácil enfrentarse cada día a quejas, reclamaciones y clientes maleducados que aprovechan el que no les vean la cara para dar rienda suelta a su más baja calidad humana. O a esos que pese a explicarles una y otra vez la misma cosa no la acaban de entender y les tienen más de una hora al teléfono poniendo a prueba su paciencia (cuya obligación es ser amable y no mandarte a la mierda ya que la conversación está siendo grabada). Pues bien… fui una estúpida integral. No sé qué me pasó, pero me puse en plan histérica a la segunda frase. Se me olvidó que detrás del auricular había una persona que tan sólo trataba de hacer su trabajo. Pensé que iba a empezar con su retahíla de vendedor a intentar convencerme de que me quedara con mi caro seguro para no dejar de ganar ni un céntimo de los euros ganados con el sudor de mi frente. Pero claro, él tenía que saber qué era lo que yo quería que cubriera mi seguro y qué tenía que ser eliminado de la cobertura del actual. Total, que empecé a decirle en plan súper borde que me importaba una mierda lo que cubriera el seguro pero que no quería pagar tanto, qué me lo arreglase rapidito o me iba con otra compañía -en mi defensa diré que acababa de salir del turno de noche y estaba cansada y con sueño-. El hombre, sin faltarme al respeto pero firme, supo ponerme en mi sitio, alegando que él tenía que saber ciertas cosas para arreglarme el precio, que ya tenía medio calculado en lo que llevaba durando nuestra breve conversación. Inmediatamente expulsé a ese ser, quién quiera que fuese, que me había poseído, y volví en mí. Qué idiota soy y cómo se me va la pinza a veces, pensé. ¿Qué culpa tenía ese hombre de mi mal humor? No tenía ningún derecho a desquitarme con él. Rectifiqué mi actitud enseguida aunque seguí sintiéndome avergonzada durante toda la transacción. Eso sí, en menos de cinco minutos me despachó -para algo tuvo que servir haber sido un pelín repelente-.
Resultado: estuve todo el día sintiéndome una tonta. Cada vez que me acordaba me decía a mí misma «pero qué estúpida eres», «pero qué infantil y repelente». Propósito: Cambiar ese pronto que aun me sale a veces y actuar de forma serena aunque me saquen de quicio. Tomarme mi tiempo para pensar antes de hablar.
La suerte que va a tener el próximo operador que hable conmigo sea de la empresa que sea, pues me va a pillar con el arrepentimiento fresco. ;-).