Foto cómic encontrada en taringa.net
Siempre se ha dicho la frase «más vale solo que mal acompañado». Sin embargo mis últimas experiencias, al menos en lo que a mujeres mayores de cuarenta se refiere, dicen todo lo contrario: «más vale mal acompañada que sola».
Miedo a envejecer solas. Miedo a que «ése», por malo que sea, sea el último tren. No sé exactamente el porqué, pero lo cierto es que pese a que yo pensaba que cuanto más mayores nos hacíamos nos volvíamos más sabios, exigentes y menos dispuestos a soportar tonterías, lo que he visto estos últimos meses en personas de mi entorno me ha hecho cambiar por completo de opinión. Aunque he quedado tan horrorizada ante este derrumbamiento de esquema, que me he prometido a mí misma que jamás ése será mi caso. Tenga la edad que tenga, sea o no mi último tren, no habrá ningún ser humano que me amargue la vida.
Los casos concretos a los que me refiero consisten en mujeres que tras matrimonios fallidos, han caído en las redes de la pasión como contrapunto de una vida anterior monótona, lineal y segura. La nueva relación forjada contiene altibajos, peleas dramáticas y reconciliaciones absurdas pero que enganchan -fatal, fatal, dependencia…-. Alguna incluso soporta malos tratos psicológicos y físicos que se niega a aceptar como ciertos. Los hijos de éstas mujeres han pasado a un absoluto segundo plano llegando casi al abandono. Y alguno de estos niños presenta ya serios problemas psicológicos. No sé si dichos trastornos son creados por el abandono de estas madres, aún así no debe ser fácil para estos hijos ver como estorban a sus madres para vivir a sus anchas sus tóxicas relaciones.
¿No es magnífica la sensación de libertad? Baila contigo y con la vida.
La verdad es que nunca entenderé cómo una madre puede ignorar hasta tal punto a un hijo. Y las mujeres a las que me refiero eran consideradas por mí como mujeres inteligentes, buenas madres y personas cabales hasta ahora. Hasta ahora…
Me viene al recuerdo al película Flores en el ático, que vi de adolescente y que tanto me impresionó.
La ciudad de Elena 