Sigo durmiendo raro. Un máximo de 5 ó 6 horas y no seguidas.
Tengo algo de menos miedo a estar sola conmigo misma. Cuando leo no tengo sensación de estar perdiendo el tiempo. Y los libros hacen mucha compañía. En casi todos ellos encuentro el consuelo que necesito en cada momento. Y en todos ellos enseñanzas.
Los libros y el programa divertido de radio ese, cuyas voces son ya amigas y hacen las noches menos alarmantes. Lo descubrí en las largas noches de trabajo y esas voces alegres y livianas quitaban pesadez y seriedad a los pensamientos más sombríos que suelen aparecer de noche cuando todo el mundo duerme y desaparece menos tú. Cuando más solo te puedes sentir. Y es que vivir al revés de todos te puede hacer sentir muy extraño a veces.
Ahora no me sé dormir sin estar escuchando algo. Dejo la tele puesta y me duermo siguiendo el hilo de alguna serie divertida, o si no con algún podcast de algún programa interesante de radio, muchas veces leyendo al mismo tiempo. Cuando me pesan los ojos suelto el libro y continuo escuchando hasta que me vence el sueño. Menos mal que él tiene el sueño profundo y no le molesta. Ya se ha acostumbrado a vivir así.
Esta semana he visto tres películas que me han cambiado un poco el chip: Gravity, de Sandra Bullock. Seis sesiones de sexo, protagonizada por Helen Hunt y El libro de Eli, de Denzel Washington. En las tres encuentro elementos comunes. La soledad, circunstancias únicas y especiales y la superación de los obstáculos. Una mujer perdida sola en el espacio, un hombre tetrapléjico que sólo puede mover la cabeza y nunca ha tenido sexo, y un hombre en un mundo post apocalíptico, árido y hostil cuyo empuje para caminar día tras día es el convencimiento de que tiene la misión de proteger algo hasta depositarlo en el lugar al que pertenece o debería estar. Las recomiendo las tres.