La ciudad de Elena

Roma es Roma, como dicen los romanos.

Sus callejuelas laberínticas de empedrados gastados por el paso de los siglos, donde los tacones no tienen cabida. El ambiente de gente con sus mapas en la mano… -Parece que estamos participando en una gincana- dice Carlos. Es verdad. Lo parecía.

En Roma la historia se respira. La transporta la propia atmósfera.

De Roma me quedo con el foro romano visto desde el Campidoglio, con el poderío de la Fontana di Trevi. Tenerla frente a ti hace que al lanzar la moneda, de verdad pienses que cualquier deseo se puede cumplir.

Me quedo con los restaurantes del barrio Trastévere, con el batiburrillo de gente y de productos expuestos en el Campo di Fiori, con el mercado gastronómico artesanal del cual no sé el nombre, pero que encontramos de casualidad al andar algo perdidos por sus callecitas inacabables. Allí nos deleitamos con sabores propios de la tierra.

Me quedo con las caminatas en las que algo podía sorprendernos por su belleza y antigüedad a cada vuelta de esquina. Y con el baño caliente de después. Con los músicos callejeros y con la majestuosidad del Pantheon… ¡qué animada estaba su plaza con sus terracitas plagadas de gente! Un cafecito frente al monumento fue una de las delicias.

El Vaticano con todo el arte que conlleva (Basílica de San Pedro, Capilla Sistina, museo…) no me gustó tanto ni era como yo esperaba. No sé si no lo vi con el ánimo adecuado…

Pero sí me quedo con comerme un cremoso helado admirando el Coliseo, con el beso lanzado al aire de la anciana que pedía limosna, con la madre y la hija a través del cristal del bar, sentadas a la barrita y bailando en sus taburetes un ritmo que yo no escuchaba (las chicas Gilmore a la holandesa)…, con la satisfacción de sentarme a tomar un café en una burbujeante calle, ya relajada, viendo todas las expectativas del día cumplidas, repasándolo con la mente y comentándolo en voz alta para no olvidar nada, analizando qué detalles han sido los que han hecho especiales los momentos. A veces detalles tan simples como el de parar un momento para fumarnos un cigarro y consultar el mapa.

Y es que como dicen los romanos: Roma es Roma. La ciudad eterna.

P.S. Paso de poneros fotos de monumentos que podéis encontrar fácilmente en internet y mucho mejor fotografiados que con mi móvil con el que anduve haciendo fotos por toda Roma, ;-).