Un placer: Despertar antes del amanecer -sin que nadie ni ninguna obligación te arrebate del sueño- y observar la calle oscura, vacía y silenciosa, sabiendo que dentro de poco se hará la luz y se llenará de vida.
Un dolor: No querer que llegue el mañana para que no muera la esperanza.
Fotografía encontrada aquí
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