El último afilador

afilador bicicletaHace poco volví a oir la armónica del afilador. Con su característico e inconfundible sonido, y, en ese estado de duerme-vela que precede al despertar o al sueño, creí que volvía a estar en mi habitación en la casa de mis padres.
Al principio cuando entreabrí los ojos lo que veía no era la estancia en la que en realidad estaba, sino la otra habitación, para rápidamente despertar del todo y correr a la ventana para ver si veía al afilador en su antigua bicicleta con todos los enseres y útiles de afilar cargados en ella. No lo vi.
De niña cada fin de semana me despertaban sus notas, y, algunas veces, si tenía suerte, mi madre accedía a bajar algún cuchillo sólo para ver como yo volaba de la cama escaleras abajo para observar como lo pasaba por diferentes tipos de ruedas hechas de algo que a mí me parecía piedra, para comprobar después lo bien que cortaba.
Oficios que desaparecen, humildes y bondadosos. Afilador, por favor, toca tus notas bajo mi ventana. Devuélveme un pedacito de niñez.
Lo había olvidado hasta que lo volví a oir esa mañana. Me di cuenta de que había olvidado un montón de cosas…

¿En tu pueblo o ciudad aún hay un afilador? ¿Me lo cuentas? :-). ¡Buenos días!


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