07.20h de la mañana. Ya no puedo dormir más. Los inconvenientes de cambiar el día por la noche de semana en semana (una si, una no, una si, una no…). Y hoy he tenido suerte… Otros días ya estoy en planta a las seis de la madrugada, otros a las cinco, y lo que nunca falla es estar muerta de sueño a las cinco de la tarde.Así que aquí estoy, plantada frente al ordenador mientras él y la perrita todavía duermen. Si, hemos adoptado una perrita estas navidades. Kyna. Es tan cariñosa, agradecida y leal que en estos veintiseis días que llevo con ella ya hace que vea al ser humano de forma distinta. Más sucio, ruín, engañoso y retorcido aún de lo que lo veía antes.
La palabra añorar toma forma cuando dejamos a Kyna sola en casa algún ratito. Ella nos echa menos por todos los ingratos que jamás lo hicieron. El regreso de cualquiera de ambos a casa es una explosión de fuegos artificiales repletos de carantoñas, abracitos de bienvenida, grititos, carreras a nuestro alrededor hasta tal punto de rompernos el corazón.
Sus metas del día son: probar todas las cosas que comemos nosotros (obviamente no puede probarlo todo. Casi siempre picamos a su cara de «me porto bien, dame un poco», pero intentamos darle sólo lo que pensamos que no le hará daño). Su otra meta del día es que la dejemos subir a la cama. Fracasamos con el sofá, en el que ahora campa a sus anchas, y sí, ya duerme a nuestros pies en la cama cuando le da la gana pese a que tenemos su propia camita al lado de la nuestra. Ella cree que es una pequeña humanita y quiere tumbarse con nosotros. 

Le gustan los churros. Sacó uno del cubo de basura y lo escondió dios sabe donde para degustarlo a sus anchas cuando no la viéramos. Sintiéndolo por ella la pillé cuando estaba a punto de hincarle el diente. Pero no fue así cuando me cogió la caja de Ferreros Roché que tenía en la mesita de noche dando buena cuenta de ellos…
Esta cosa peluda y pequeña, alargada y canija (pincher mezclada con algo), nos ha robado el corazón en menos de un mes. Se ha adaptado a velocidad de vértigo a nuestra pequeña família, pasando a ser una más.
Adopta un perrito. Pero hazlo como lo hicimos nosotros. Sácalo de una cárcel, donde el frío, la humedad y la falta de cariño lo mata antes de que lo haga la jeringuilla. Donde ellos no entienden que es lo que han hecho mal para ser abandonados a su suerte. Kyna no es de raza, ni siquiera es un cachorro (el veterinario dice que tiene alrededor de tres años), pero a ella no le importa nuestro aspecto, color, ni si somos ricos o pobres. Y ya sabes: No le hagas lo que él nunca te haría.
Que tierno todo. Vivan los perros y las perras, adoptados también.Saludos,VD
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