Aquel solar abandonado y vallado que hace esquina a una manzana de mi casa siempre está lleno de gatos. Dentro del solar y fuera. Saltan constantemente de dentro para afuera y de afuera hacia dentro.
La culpa la tiene doña Soledad porque va allí como las viejas locas a echarles comida, y ya sabeis que los gatos opinan que donde come uno comen veinte.
No me gustan demasiado los gatos. Cuando paso por allí suelo cruzar la calle porque me sobresaltan con sus movimientos rápidos y ondulantes.
Aquella noche al pasar por allí de camino a casa la vi. Tenía el pelo blanco plata e iba totalmente vestida de beig. Camisa beig, falda beig, zapatos beig, su piel también era beig. ¿Qué hacía una anciana a las 4 de la madrugada sola en la calle y con pinta de andar desorientada?
– Disculpe señora ¿la puedo ayudar en algo?¿Se ha perdido usted?- le pregunté intentando que no se notara mucho la juerga que me acababa de pegar. La mujer me miró sin mirarme y señalando el solar de los gatos me dijo: -yo antes vivía ahí…- Y se fue. Observé estupefacta su paso ligero mientras se alejaba calle arriba.
Al día siguiente la cabeza me iba a reventar de la tremenda resaca. Salí de casa y al pasar por el solar de los gatos me acordé de la anciana. Aminoré el paso y observé el lugar. Entonces lo vi. Un enorme y viejo gato beig subido a la tapia que rodea el solar. Me miró y un escalofrío recorrió mi columna vertebral.
los gatos son animales maravillosos, no hay que juzgarlos antes de conocerlos, y veo muy bien que esa señora les de de comer, tiene buen corazón no está loca. Solo las personas con sentimientos pueden aprecier lo que esa señora hace..
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pues no es una vieja loca, solo porque tiene sentimientos y trata bien a los gatos, simplemente tiene buen corazón, y eso solo lo entendemos las personas que somos humanas, además los gatos son maravillosos, no se puede juzgar a nada ni nadie sin conocerlo previamente..
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